miércoles, 22 de abril de 2015

Rastros

El olor a chocolate de tu piel,
las lagunitas saladas 
de transpiración sobre mi cuerpo.
Las cortinas que ondulan 
(con complicidad)
Pronto amanecerá.
bajo el viento rojo 
de esta ciudad desconocida.
Y el dolor de los golpes del encuentro
mientras mordíamos la certeza del otro
(en el otro)
será mi trofeo privado, 
mi lugar de devastación. 
"Esto no es un juego", 
nos dijimos, sin ternura. 
La urgencia era una isla desencantada
que resplandecía por pura muda perfección:
su apego a la verdad
(ni amor, ni palabras ni secretos)
Una única noche de plata y filigrana 
y toda la vida
para tratar de entender...
Paulina Vinderman
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