viernes, 2 de julio de 2010

Aquel café

Un día ya lejano para todos,
incluso para mí,
que estoy hecho de pura lejanía,
cierra sus puertas un café notable,
antiguo, frecuentado por gente conocida
y por gente común, por gente de café,
gente sin prisa, gente que se ofrece
a la conversación entendida como un arte;
a los dados, que son un descanso;
al ajedrez, que es una metáfora del destino;
y al billar, que no deja de ser un intento
de humana perfección lúdica.
Con la verdad del tedio y con el dolor del tiempo,
dibujo ahora flores a su memoria.
Flores rupestres, claro, porque
era una cueva aquel café.
Una cueva con cierta magia.
Un lugar para oír palabras
que venían de lo más hondo de mí mismo
como si en realidad salieran de una cueva.
Creo haberlas oído durante años.
Creo haberlas oído cuando las luces
- estalactitas de neón y estalagmitas de lo mismo-
se encendían, iluminándome.

Jacobo Rauskin

Pintura: S. Plutenko

3 comentarios:

Marcelo dijo...

no concibo la literatura sin los cafés. Es como imaginarla sin el amor.
Un saludo Beatriz!

ana maría parente dijo...

Estoy tan nerviosa con el partido que me pongo a escribir un recuerdo a mi viejo EL TREBOL.
Era el café sencillo de mi barrio ,en la planta baja del mercadito ,era nuestro comedor cuando llegàbamos tarde de los tribunales con mi esposo.
Siempre teníamos un mozo atento que nos servía el menú preferido hasta las dieciseis y treinta-ese fuè nuestro record-.
Bueno ,nuestro viejo café se cerrò en octrubre del 2009.Me pasé toda la tarde hasta la noche despidièndolo junto a mi marido y mi hijo.
Luego vino la reforma ,hicieron un primer piso prolongado sobre cuatro locales del mercadito ,emergió el restaurant con diseño y nombre sonante .Acorde con la esquina que de rincòn de barrio ya es cèntrica con boca de subterraneo y todos los chiches.
Se llama distinto IMPALA del PARQUE ,el mêtre atiende con todos los honores .Los mozos diligentes y jóvenes traen la comida con premura y buena factura .Pero ya no es mi EL TREBOL el de cuatro hojas ,el del inmenso cartelón que volteaban las tormentas fuertes y el del mozo-que lo mandaron a un cafè de menor importancia-que nos servìa el almuerzo a las dieciseis y treinta CON ALEGRIA DE VERNOS.
Seguiré escribiendo recuerdos puès el partido ni lo miro ,si lo llego a mirar me quedo sin uñas.

Beatrice dijo...

Linda semblanza hiciste de El Trebol Ana María, y el partido no fuí capaz de seguir viéndolo.

Marcelo: tienes toda la razón.

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